jueves, 2 de mayo de 2019

Un amor sui géneris

S, que con brío y osadía cruzó el Atlántico para acercarse más a mí, a nosotros.
Que con la altísima impavidez, que solo demuestran las mujeres de grandes cualidades afectivas, se enfrentó a un juicio insano e innoble por parte de un puñado mezquino de familiares atosigados por el miedo y dogmatizados por sus verdades absolutas y su relación promiscua con la fe.

Sorteando una especie de guerra familiar entre los Montesco y los Capuleto, cuyo fin era sino el de separarnos.

Verónica, alias útero de mantequilla, quien por muchos años fue una buena persona para mí se ha convertido en el punto de mis bromas y de mis infamias, se ha vuelto insignificante pero no tanto para dejar de mencionarla, alguien que intentó con su vileza y innoble lengua, enlodar mi nombre y mis sentimientos hacia el amor más puro, S.
A punta de paparuchadas y sarandajas intentó menguar mi credibilidad y mi reputación, obteniendo por supuesto cero resultados en su vil intento de opinar basándose en su vida como ejemplo moral y ético.

A pesar de tal altercado poco loable y casi poético con la familia, ella logró emprender el viaje hacia mí, hacia nosotros Y quince horas de travesía cuando se espera el amor no se lo recomiendo a nadie.

Ella, quien controla y encamina mis días, llegó presuntuosa y malhumorada al principado y llegó para arreglarlo todo con la eficacia de los pulidos y experimentados, con el amor de una compañera y con el temple de quien encuentra el amor en alguien muy diferente y poco común.

Recuerdo ese día y lo he agregado a la lista de los mejores días de mi vida, porque volver a pensar en aquel día es volver a sentirse amado a cualquier hora del día

Porque solo ella hace que quiera escribir

Soy, entre otras cosa, una escritora, escribo porque no sé hacer otra cosa, soy un desastre con los negocio y por eso escribo pero escribo cuando puedo porque me da pereza escribir, también me da pereza trabajar, no me gusta trabajar, no me gusta depender de nadie excepto de mi papi, que tiene mucho dinero y me apoya para que siga escribiendo, aunque no está muy de acuerdo con que sea escritora y marihuanera, porque a parte de escritora, soy fumona y pastillera.

Cada mañana al despertar busco la inspiración del día para poder abrir mi computador y también abrir mi mente y poder escribir. Para buscar la inspiración prefiero fumar un porro verde, lleno de marihuana pura, y poder escribir libre. Seré tan libre que mi familia tiene miedo cuando escribo, porque cuando escribo no paro, no tengo temor de el qué dirán, me chupa tres huevos lo que piense mi familia, mi papi y tu puta madre, yo escribo porque es lo único que sé hacer en esta vida, porque soy una treintañera marihuanera y pastillera que odia trabajar y prefiere escribir desde su sofá en el barrio de Escaldes en el Principado.

Además de escribir y fumar y no trabajar, tengo un gusto innato por los vinos. Me he pasado todos los años de mi vida joven y adulta bebiendo vino, porque el vino me encanta y el vino combinado con los porros puros de marihuana y las pastillas me hacen escribir mejor.

He gastado todo mi dinero, que es mucho, en vinos franceses caros y de las  mejores cosechas y de las mejores bodegas, porque soy así, me encanta el vino y me ayuda a escribir y si le sumo una buena tajada de queso Brie podría pasar todo el día escribiendo, entre vinos, queso Brie, porros de María puros y pastillas.