Echo de menos escuchar una prédica, corear alabanzas y también una adoración. Te echo de menos, y siempre lo haré.
Siento que estoy a la deriva, siento que es hora de algo, algo que me haga volver, volver no sé a donde, pero volver al fin y al cabo.
Echo de menos muchas cosas y una de las que más resalta es estar sentado por casi una hora y media escuchando una prédica, prédica de un pastor, de un pastor cristiano, no de un pastor alemán, no la de un rabino, ni la de un sacerdote.
Echo de menos estar en una iglesia, en una iglesia cristiana.
Detesto que mis domingos ya no sean como antes. domingos de club de niños, eso era algo que aunque no parecía me apasionaba mucho, será porque me gusta enseñar o no sé.
Ahora solo hay domingos de trabajo. domingos vacíos.
Quiero volver, pero algo me lo impide, soy yo, que no puedo. Que no debo.
Echo de menos mi rutina pasada, aunque ya estaba aburrido, ahora la echo de menos y a muchas personas también. Personas que conozco casi toda mi vida. Personas que no se acuerdan de mí, y a pesar de eso, aun sigo echando de menos con sentimiento verdadero.
Té echo de menos, y a la vida cristiana también.
Extraño mucho a Laura. Una gran persona, una gran guía, una gran líder como solíamos decir en nuestra lengua. Laura está pasando un momento muy difícil en su vida y me jode y me duele no poder estar cerca. Ni siquiera cerca por teléfono.
Echo de menos demasiadas cosas. Cosas que seguramente ya perdí y no recuperaré.