jueves, 11 de junio de 2020

Papi, ¿puedo sembrar hierba en la casa?

 Mi papi, que es un hombre de derecha, un conservador de aquellos, que es una máquina de hacer dinero, que es un judío ex banquero hijo de un judío mercader, jamás se imaginó que tendría un hijo como yo, porque yo soy la antítesis de mi papi, yo soy un marihuanero profesional, soy un artista al que le gustan las fiestas y la vida bohemia.

Yo no quise ser banquero ni ex banquero tampoco, mientras estaba en la universidad San Ignacio, que es una universidad para ricachones de derecha, siempre quise ser lo opuesto a mi papi ya toda mi familia, el dinero y el regentar la empresa familiar nunca me quitaron el sueño, lo que yo quería y quiero y hago es ser un marihuanero, quiero viajar y estar drogado todo el tiempo, a parte de marihuanero también soy pastillero y eso me viene por el lado materno, me encanta ser pastillero, soy un boticario, soy un naturista pero también un pastillero marihuanero y lo único que quiero es no ser como mi papi, un judío de derecha que todos los días habla de dinero.

lunes, 11 de mayo de 2020

Virgilio Laur

Doblando la esquina de la calle Los Acres me encontré con Virgilio Laur  mi asistente, mi amigo o mi amiga no sé (mi único amigo). Virgilio era el asistente que cualquier jefe quisiera tener, él manda a lavar mi uniforme, lo recoge y me lo lleva a mi casa todos los días. El muy mariconsuelo estaba de camino a mi casa con lo mismo de siempre: Una botella de mi agua mineral preferida, mi uniforme y una sonrisa de oreja a oreja.

Después de que había estado flipando por lo menos  media hora, no se me quitaba la idea, esa idea que trasformaba, esa idea que no me dejaba trabajar tranquilo.

Caminábamos calle abajo hacia el trabajo y de repente veo a Gabrila a lo lejos que venía calle arriba con quien ahora era su nuevo esposo, un tal Benjamín de la Rua, un banquero hijo de banquero y nieto de banqueros. Preferí esquivar la mirada y ponerme atras de Virgilio, mi asistente y mi escondite perfecto en ese momento, para evitar que me viese y que tenga la obligación incómoda de saludarme y yo de saludarla. Ay, Virgilio, qué sería de mí sin tu cuerpo robusto que también sirve de escondite en casos de emergencia o de pánico escénico.


jueves, 2 de mayo de 2019

Un amor sui géneris

S, que con brío y osadía cruzó el Atlántico para acercarse más a mí, a nosotros.
Que con la altísima impavidez, que solo demuestran las mujeres de grandes cualidades afectivas, se enfrentó a un juicio insano e innoble por parte de un puñado mezquino de familiares atosigados por el miedo y dogmatizados por sus verdades absolutas y su relación promiscua con la fe.

Sorteando una especie de guerra familiar entre los Montesco y los Capuleto, cuyo fin era sino el de separarnos.

Verónica, alias útero de mantequilla, quien por muchos años fue una buena persona para mí se ha convertido en el punto de mis bromas y de mis infamias, se ha vuelto insignificante pero no tanto para dejar de mencionarla, alguien que intentó con su vileza y innoble lengua, enlodar mi nombre y mis sentimientos hacia el amor más puro, S.
A punta de paparuchadas y sarandajas intentó menguar mi credibilidad y mi reputación, obteniendo por supuesto cero resultados en su vil intento de opinar basándose en su vida como ejemplo moral y ético.

A pesar de tal altercado poco loable y casi poético con la familia, ella logró emprender el viaje hacia mí, hacia nosotros Y quince horas de travesía cuando se espera el amor no se lo recomiendo a nadie.

Ella, quien controla y encamina mis días, llegó presuntuosa y malhumorada al principado y llegó para arreglarlo todo con la eficacia de los pulidos y experimentados, con el amor de una compañera y con el temple de quien encuentra el amor en alguien muy diferente y poco común.

Recuerdo ese día y lo he agregado a la lista de los mejores días de mi vida, porque volver a pensar en aquel día es volver a sentirse amado a cualquier hora del día

Porque solo ella hace que quiera escribir

Soy, entre otras cosa, una escritora, escribo porque no sé hacer otra cosa, soy un desastre con los negocio y por eso escribo pero escribo cuando puedo porque me da pereza escribir, también me da pereza trabajar, no me gusta trabajar, no me gusta depender de nadie excepto de mi papi, que tiene mucho dinero y me apoya para que siga escribiendo, aunque no está muy de acuerdo con que sea escritora y marihuanera, porque a parte de escritora, soy fumona y pastillera.

Cada mañana al despertar busco la inspiración del día para poder abrir mi computador y también abrir mi mente y poder escribir. Para buscar la inspiración prefiero fumar un porro verde, lleno de marihuana pura, y poder escribir libre. Seré tan libre que mi familia tiene miedo cuando escribo, porque cuando escribo no paro, no tengo temor de el qué dirán, me chupa tres huevos lo que piense mi familia, mi papi y tu puta madre, yo escribo porque es lo único que sé hacer en esta vida, porque soy una treintañera marihuanera y pastillera que odia trabajar y prefiere escribir desde su sofá en el barrio de Escaldes en el Principado.

Además de escribir y fumar y no trabajar, tengo un gusto innato por los vinos. Me he pasado todos los años de mi vida joven y adulta bebiendo vino, porque el vino me encanta y el vino combinado con los porros puros de marihuana y las pastillas me hacen escribir mejor.

He gastado todo mi dinero, que es mucho, en vinos franceses caros y de las  mejores cosechas y de las mejores bodegas, porque soy así, me encanta el vino y me ayuda a escribir y si le sumo una buena tajada de queso Brie podría pasar todo el día escribiendo, entre vinos, queso Brie, porros de María puros y pastillas. 



miércoles, 14 de diciembre de 2016

Han pasado 2 años 1 mes y 13 días

Te vuelvo a pensar y cuando trato de no hacerlo te veo y te siento en el plano lírico.
No entiendo por qué lo hago y lo siento a pesar de tantos tantos años, doce.
¿Es que acaso al otro lado del mundo sigues siendo inolvidanle como el primer día?

Eres y seguirás siendo la persona por la que más siento en este mundo.

RFNR

miércoles, 6 de julio de 2016

Mi abuelo del barrio de Miraflores

A mi abuelo el comunista que tomaba vinos franceses y comía queso Brie

Soy nieta de un sociólogo famoso, un sanmarquino poeta y mitómano, un penderejete, un bohemio y un amante de los libros, un hombre comunista y de pensamiento rebelde, un comunista que vive como un capitalista en el barrio de Miraflores. 
Todos los domingos del verano mi mamá me llevaba a la casa de mi abuelo comunista en el barrio de Miraflores, para comer tallarines en salsa roja que él mismo cocinaba, siempre recuerdo que nos subíamos en su bicicleta con dos asientos y manejábamos hasta el mercado de Surquillo para comprar los ingredientes para preparar la pasta y la salsa, mi abuelo el comunista que vivía y comía y bebía como capitalista, siempre me decía que lo esencial para una buena salsa roja eran los tomates. Los tomates tenían que estar maduros para que la salsa tenga la acidez perfecta. No sé si era por la acidez o porque cada vez que mi mamá y yo íbamos a verlo tenía que comprar más tomates para la salsa roja y los tomates maduros siempre están más baratos, seguro en su alma roja y socialista y en su espíritu comunista de derecha, no quería gastar dinero en más tomates para nosotros.

Mi abuelo fue quien me enseñó dos cosas importantes en la vida, primero, el amor por la buena lectura y segundo, a surfear en la playa la Herradura en la Costa Verde.
Él era un amante de los libro y cuando yo era pequeño esperaba toda la semana para que sea domingo y mi mamá me lleve a casa de mi abuelo para comer pasta con salsa roja y para después del almuerzo ir a la biblioteca de mi abuelo en el segundo piso de su casa y escoger un libro al azar y quedarme toda la tarde noche leyendo y leyendo libros que a esa edad seguro no entendía mucho y ahora tampoco..
También esperaba toda la semana el domingo, porque a demás de subir a la biblioteca de mi abuelo y mirar los cientos de libros que almacenaba en sus estanterías altas, sabía que en una caja debajo del asiento de su escritorio guardaba cigarrillos ya armados de marihuana noventera, marihuana que el cosechaba de su jardín interior al que muy pocas persona podían entrar.

Si supiera que cada vez que iba le robaba un libro y un porro.




miércoles, 29 de octubre de 2014

La Vie

A Gabriela,

Todas las mañanas me despierto así, siempre estás en mi mente desde que te conocí, todo el tiempo que perdimos y gastamos haciendo cosas que nos disgustaban y enojaban a los dos.