Yo, desde chica, he sido muy de derecha, Nunca he sido comunista, tan bruta no soy. He sido marihuanera, pero no comunista, he sido marihuanera de derecha. He sido coquera, pero no izquierdosa, he sido coquera pero conservadora, creyente en el libre mercado. He sido inquieta sexualmente, casi digamos promiscua, y he tirado con chicos de izquierda en la universidad, pero siempre me ha parecido que tiran mejor los de derecha. Los amantes de izquierda que he tenido hablaban y hablaban y no concretaban y además no eran demasiado higiénicos y después tenia que dejarles un billete servicial para el taxi. Cuando me he ido a la cama con un derechista religioso, ha sido siempre un incendio, una cosa tremenda, llena de culpas, violencia física, palabras vulgares y rezos en latín. Los derechistas son más reprimidos y más culposos, pero también más fogosos, eso me consta. No hay derechista que no sea pajero y no le guste que le meta el dedito en el culito. Cómo alucinan cuando les cosquilleo la próstata: me gusta iniciarlos, sembrarles a duda, que no se sientan tan seguros de su virilidad empresarial. El problema con los derechistas religiosos es que no se ponen condón, no saben ni cómo ponérselo los tarados, se lo ponen al revés y se les baja la tirita al toque, y entonces con ellos todo tiene que ser a pelo, al natural, con los riesgos consiguientes y subsiguientes. Pero yo me cuido desde chica y me he acostado con muchos derechistas sin condón y casi siempre metiéndoles el dedito, cómo goza un derechista fanático del Opus cuando le enseñas la tercera vía, es como darles un golpe de estado en secreto, como disolverles el parlamento ( porque todo orto parla, es ley natural).
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