A mi abuelo el comunista que tomaba vinos franceses y comía queso Brie
Soy nieta de un sociólogo famoso, un sanmarquino poeta y mitómano, un penderejete, un bohemio y un amante de los libros, un hombre comunista y de pensamiento rebelde, un comunista que vive como un capitalista en el barrio de Miraflores.
Todos los domingos del verano mi mamá me llevaba a la casa de mi abuelo comunista en el barrio de Miraflores, para comer tallarines en salsa roja que él mismo cocinaba, siempre recuerdo que nos subíamos en su bicicleta con dos asientos y manejábamos hasta el mercado de Surquillo para comprar los ingredientes para preparar la pasta y la salsa, mi abuelo el comunista que vivía y comía y bebía como capitalista, siempre me decía que lo esencial para una buena salsa roja eran los tomates. Los tomates tenían que estar maduros para que la salsa tenga la acidez perfecta. No sé si era por la acidez o porque cada vez que mi mamá y yo íbamos a verlo tenía que comprar más tomates para la salsa roja y los tomates maduros siempre están más baratos, seguro en su alma roja y socialista y en su espíritu comunista de derecha, no quería gastar dinero en más tomates para nosotros.
Mi abuelo fue quien me enseñó dos cosas importantes en la vida, primero, el amor por la buena lectura y segundo, a surfear en la playa la Herradura en la Costa Verde.
Él era un amante de los libro y cuando yo era pequeño esperaba toda la semana para que sea domingo y mi mamá me lleve a casa de mi abuelo para comer pasta con salsa roja y para después del almuerzo ir a la biblioteca de mi abuelo en el segundo piso de su casa y escoger un libro al azar y quedarme toda la tarde noche leyendo y leyendo libros que a esa edad seguro no entendía mucho y ahora tampoco..
También esperaba toda la semana el domingo, porque a demás de subir a la biblioteca de mi abuelo y mirar los cientos de libros que almacenaba en sus estanterías altas, sabía que en una caja debajo del asiento de su escritorio guardaba cigarrillos ya armados de marihuana noventera, marihuana que el cosechaba de su jardín interior al que muy pocas persona podían entrar.
Si supiera que cada vez que iba le robaba un libro y un porro.